lunes, 18 de mayo de 2015

Talking to myself



La verdad es que hace mucho tiempo que no escribo todo aquello que me pasa por la cabeza sin filtros. Antes de abandonarlo por falta de tiempo y motivación, mi blog me ayudaba en esos momentos en los que necesitaba desahogarme pero no encontraba oídos que quisieran escuchar "mis rayadas". La gente que me conoce bien, sabe que no me gusta contar mis problemas, que me los guardo y los intento camuflar restándoles así importancia, pero las pocas veces que he conseguido abrirme un poco, me han advertido que al final estallarían de golpe. Sinceramente, me considero lo suficientemente fuerte como para que eso no pase, sin embargo, si que llegan determinados momentos en los que siento que necesito parar y reflexionar sobre lo que me está pasando por la cabeza (y corazón) y así empezar a actuar de una manera mínimamente lógica, coherente y consecuente. Este es uno de esos momentos.

Tengo muy claro que soy una persona bastante inestable sentimentalmente hablando. Quizás suena a excusa, pero todas las personas que he considerado importantes lo son. También reconozco que este año me he sobrepasado bastante, he pisoteado muchos principios que creía tener y he dado rienda suelta a mis sentimientos y pasiones sin importarme las posibles consecuencias que estos pudieran acarrear.


Ahora mismo me encuentro como un pirata cuya brújula se ha roto y no sabe qué dirección debe tomar. Tengo muchos frentes abiertos, a cuál más conflictivo y misterioso y, al contrario de lo que la mayoría de gente sentiría, a mí me producen curiosidad. No sé si mi brújula se arreglará antes de que acabe atracando en el puerto equivocado o si la marea me llevará hacia esa isla llena de joyas y tesoros, lo único que sé es que tantos palos me han enseñado a aprovechar cada pequeña oportunidad que se me presenta en la vida, porque por mucho dolor que me produzcan sus posibles consecuencias, siento que ese sufrimiento nunca llegará a tener el calibre de todo aquello por lo que he tenido que pasar.  


domingo, 4 de enero de 2015

The End Has No End

Antes de nada: ¡¡¡Feliz año nuevo!!!




Ya sabéis lo mucho que me cuesta pasarme por aquí y lo mucho que lo lamento luego... Así que bueno, he sacado un par de minutitos (que seguro que se alargan a media hora) para contaros algo. Ahora no me acuerdo si los años anteriores lo he hecho, pero bueno, me apetece hacer un breve balance de este año que hemos dejado atrás. 

Sé que acabé el año tal y como lo empecé: queriendo que terminara lo antes posible. Pero ahora echo la vista atrás y en conjunto no me parece tan horrible. Está claro que lo comencé con muy mal pie, pero es que nunca se me han dado bien los comienzos...Y lo que parecía un adiós definitivo al mundo del fútbol por motivos X, como una ave fénix, la esperanza resurgió entre las cenizas y se me presentó una nueva oportunidad. 

Los amigos, como siempre, vienen y van; y si algo he aprendido es que no debes cerrar nunca una puerta porque hay veces que no te quedarán más ventanas que abrir. Que el tiempo pasa y que pese a que nos decimos una y otra vez: voy a vivir cada instante como si fuera el último y a aprovechar cada momento con los míos, siempre acabamos dejándonos llevar por la apatía y el egoísmo. Este año he conocido a personas con las que ni tan siquiera me hubiera imaginado cruzar palabra. Sin embargo, todas y cada una de ellas me han aportado algo. Y esas pequeñas piezas son las que quiero utilizar para construir el puzzle de mi 2015: vivir la vida, luchar, aprender a perdonar, disfrutar de la gente, compartir lo mejor de mí, aprender a confiar en los demás, descongelar un poco mi corazón...

En cuanto a la familia...bueno, tengo raíces de sangre caliente y no voy a juzgar a nadie. Me quedo con que somos como una pareja adolescente: nos puede el orgullo pero en el fondo nos queremos. 

Una vez más, la música y otras drogas (no me malinterpretéis) me han sacado adelante en muchas ocasiones, y por primera vez he acudido al concierto de dos de mis grupos favoritos de mi adolescencia: Fall Out Boy y Franz Ferdinand!! Y hablando de conciertos, este año veré All Time Low, así que solo por eso vale la pena recibir el año con una sonrisa. 

Como un grifo que se cierra, mi verborrea ha llegado a su fin, así que me temo que me toca despedirme, espero no por mucho tiempo, y desearos una feliz aventura este año que empieza; la mía, estoy segura, será apasionante.




Lo único que nos brinda el mar son golpes duros y, a veces, la posibilidad de sentirnos fuertes



Bueno, no sé gran cosa del mar, pero si sé que aquí es así.


Yo también sé lo importante que es en la vida no necesariamente ser fuerte sino sentirse fuerte.



Medir tu capacidad al menos una vez, hallarte al menos una vez en el estado más primitivo del ser humano.