No sé por qué me gustan tanto los espejos y los espejismos.
Sé que a los diez años me apasionaban los trucos de magia.
Yo intentaba hacer esos trucos delante de un espejo, tal como aconsejaba el manual: “Ponte delante de un espejo”
Al igual que a Nabokov, yo tampoco sé por qué me gustan tanto los espejos. Lo único que sé es que quien me mira a través del espejo, como Alícia, me sonríe tras reflexionar.